La industria española del videojuego se encuentra en pleno crecimiento. Muchas de las empresas existentes comienzan a consolidarse y contratar más personal, mientras nuevas empresas van surgiendo intentendo abrirse camino en este difícil e inestable mundo. Y todas ellas se empiezan a encontrar con un serio problema: cada vez se hace más difícil encontrar personal mínimamente cualificado para trabajar en videojuegos.

Basta con repasar las ofertas de trabajo de hace uno o dos años y las que aparecen últimamente. Hace un tiempo se buscaba profesionales con experiencia en algún videojuego comercial. Después se comenzaron a relajar los requisitos, dejando de pedir experiencia profesional anterior, y abriendo las puertas a desarrolladores amateur. Esto es algo normal y deseable. Por un lado es bueno para el amateur, que puede adquirir experiencia profesional y trabajar en un sector que le gusta. Por otro lado, las empresas obtienen un trabajador que ha bregado con los diferentes problemas y técnicas de desarrollo de videojuegos, con lo que, aunque siga necesitando cierta formación y adaptarse a la forma de trabajar del estudio, un amateur se integrará más fácilmente en su puesto de trabajo y la filosofía de la empresa que una persona ajena por completo al desarrollo de videojuegos.

Pero los desarrolladores amateur/indies no son infinitos, y está llegando un momento en el que las empresas lo tienen difícil para completar puestos de trabajo. Lo primero que está pasando es que se empieza a buscar gente con experiencia ya no en videojuegos, sino en gráficos (DirectX, OpenGL, etc…), asumiendo que esta gente va a sentirse cómoda realizando videojuegos por el simple hecho de interesarle la programación gráfica. Pero aún así, no será fácil cubrir todos los puestos que demandan las empresas, y el panorama es de contínuo crecimiento, por lo que la situación se antoja bastante compleja.

En este punto, es donde me gustaría destacar el tremendo fallo de previsión y comunicación entre dos tipos de entidades que deberían comenzar a entenderse: universidades y empresas. De acuerdo, existen diferentes masters a lo largo de la geografía española, pero parece que ni son suficientes ni las empresas acaban de confiar en los alumnos recién salidos del master. Y es que las empresas parecen confiar antes en una persona que ha realizado videojuegos por su cuenta antes que en una persona que haya realizado un master y tenga un proyecto final realizado, a pesar de que, posiblemente, esta última persona pueda ser perfectamente capaz de realizar el mismo trabajo. ¿El motivo? Quizá se confíe más en el primer tipo de personas porque han demostrado su interés y el ser autodidacta. Vuelvo a decir que alguien recién salido de un master puede ser perfectamente válido, pero una empresa puede preguntarse, ¿y qué ha hecho antes del master?. Es decir, que tener un master puede ser un incentivo a la hora de la contratación, pero actualmente no es determinante, ya que existen otros muchos factores que se tienen igualmente en cuenta.

Por otro lado, se está fallando en otro punto muy importante, y todavía más grave: no se está generando interés por el desarrollo de videojuegos. Aquí nuevamente tanto empresas como universidades deberían poner más de su parte. Y deben ponerse en marcha desde ya mismo. ¿Cómo se genera interés? Hay muchísimos medios para generarlo: cursos, talleres, charlas, presentaciones de juegos, merchandising, publicidad… Un chaval que hoy tenga interés en el desarrollo de videojuegos va a empezar a investigar por su cuenta, a asistir a cursos y demás eventos, a relacionarse con otros chavales con sus mismas inquietudes y a compartir conocimientos con ellos. Ese chaval de hoy es el profesional cualificado de mañana.

Universidades y empresas, ¡hablad!

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